Hay días así, maravillosos…
Hay días en que la impaciencia me supera y necesito imperiosamente atravesar cada sensación en segundos, en un relámpago cargado de energía y de fiebre. Es el deseo urgente. Es también angustia.
Pero hay otros días, los maravillosos días, los inolvidables. Son aquellos en que puedo estar completamente calma, cuando estoy sola por horas con la única certeza de mi condición única e inigualable de mujer.
Son esas mañanas serenas que se abren por completo a mis caprichos, a mi placeres de gaza y encaje, de satin y lápiz de labio. De tacos altos…
Desayuno un breve café con alguna galletita. Sonrío para mí y de reojo miro cómo va quedando en el camino lo que durmió conmigo sin mi permiso. Queda diluído en las baldosas el aura de ese hombre que me reprime y me encarcela cada día y cada noche… (…)
Los días en que comencé a sentir y a vivir mi femineidad…
(…) Seguramente ya lo llevaba dentro de mí, pero todo esto fue haciendo salir a la luz algunas fantasías que al principio me asustaron.
Había días en que eran tan fuertes y perentorias esas fantasías, que el miedo quedaba de lado. Eran los días (y sobre todo, las noches…) en que aparecieron con gran fuerza mis fantasías de tipo masoquista. Aunque no sé si ese sería el término correcto. Lo cierto es que sentía un deseo enorme de ser dominada por la fuerza. Hasta violada y usada.
A la hora de dormir me amordazaba yo misma con algún pañuelo, o con lo que tuviera a mano,y luego me ataba las piernas por los tobillos y me las ingeniaba para sujetar lo mejor posible mis manos por detrás de la espalda. Generalmente usaba… (…)
amigos/as
-
Mariel en rosa 